EL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE TARRAGONA

El Museo Arqueológico Nacional de Tarragona (MNAT) es el más antiguo de Cataluña, fundado en la primera mitad del siglo XIX. Las piezas del MNAT resumen ocho siglos de historia de Tarraco. El MNAT alberga una de las piezas más emblemáticas de la arqueología tarraconense: la Muñeca de Marfil, que data del siglo III o IV dC y fue descubierta en el interior del sepulcro de una niña en la Necrópolis paleocristiana de Tarragona. Los restos de hilos de oro encontrados junto a la pieza confirman que estos muñecos vestían trajes que hacían eco de la indumentaria de niños y adultos de la época.

El Museo Arqueológico Nacional de Tarragona te acerca a la ciudad romana a través de su arquitectura, esculturas y herramientas utilizadas en la vida cotidiana de los ciudadanos de la antigua Tarraco, la capital de la provincia romana más importante de España. Este museo es el museo arqueológico más antiguo de Cataluña; fue fundado durante la primera mitad del siglo XIX con fondos que datan de los siglos XVI, XVII y XVIII, aunque el grueso de la colección procede de las excavaciones realizadas en los últimos 150 años, como consecuencia de las modernas construcciones portuarias y la excepcional crecimiento urbanístico de la ciudad.

El conjunto del Museo Paleocristiano y Necrópolis forma parte de una sección monográfica del Museo Arqueológico Nacional de Tarragona. Aquí encontrarás los restos de la villa que datan del siglo II aC y los restos in situ del gran cementerio de Tarraco que datan de la época tardorromana. Los primeros hallazgos de la Necrópolis paleocristiana se produjeron en 1923, cuando las obras de construcción de una fábrica de tabacos revelaron este tesoro escondido, que forma parte del conjunto arqueológico de Tarraco. Dos piezas destacadas aquí son la lápida de Optimus y el Sarcópago de Lleons.

La Necrópolis paleocristiana de Tarragona (siglos III-V dC) es una de las necrópolis más importantes y extensas del mundo antiguo cristiano, con más de 2.000 enterramientos documentados de muy diversa índole. La necrópolis se extendía en torno a un centro mártir muy importante, la basílica funeraria donde reposaron los restos de los tres mártires locales más importantes: el obispo Fructuoso, y sus diáconos, Augurio y Eulogio. Los tres santos fueron quemados vivos en la arena del anfiteatro de Tarraco en el año 259 d.C.